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PRINCIPIOS

La educación en la Asunción

Basado en Textos de referencia, “La educación en la Asunción”, 1998, Congreso Internacional de Educación

  • Dignidad: El valor que cada hombre y mujer tiene es inviolable por el mero hecho de existir.
  • Potencialidad: Toda persona está animada por una tendencia dirigida a desarrollar potencialidades. Es la utopía que todos estamos llamados a ser. Somos seres en desarrollo. Para ello, es necesario partir de la realidad más cercana de cada persona y de manera especial de los niños/ as adolescentes: sus esquemas mentales, su contexto, sus experiencias y conocimientos previos,... e impulsar actividades que le permitan desarrollar sus capacidades al máximo, Ayudándoles así, a integrarse de forma crítica y provechosa en la sociedad.
  • Creatividad: Aceptar y aceptarme diferente, acoger la originalidad de cada uno/a, la chispa de vida que nos hace únicos y nos permite crear.
  • Libertad: Este valor es esencial en la persona, tener la capacidad de disponer de sí mismo y de realizarse; es la posibilidad de construir su propio destino. Todas las personas somos educables, hay que ayudar a modelar, transformar pero respetando los ritmos personales, la evolución, el tiempo que cada niño/ a adolescente necesita.
  • Integralidad: Concebimos a la persona como un todo formado por distintos aspectos: físicos, intelectuales, emocionales, espirituales y sociales. Por ello, la manera de enfocar las actividades tiene que estimular todas las dimensiones de la persona para que se pueda favorecer un desarrollo armonioso.
  • Progresividad: En la formación de la persona, su desarrollo integral es progresivo. Por lo tanto tenemos que ser capaces de graduar, sistematizar nuestras actividades en función de las necesidades, las características y el periodo evolutivo de los niños/ as adolescentes.
  • Individualidad: Cada persona es única e irrepetible. Por lo tanto cada niño/ a adolescente necesita de una atención y de una respuesta educativa diferente. Esto nos tiene que llevar a ajustar, adaptar e implementar cada intervención educativa a realizar, a las características diferenciales de cada uno, teniendo en cuenta sus propias particularidades y las de su entorno.
  • Compromiso: Una persona se desarrolla en la medida que se hace cargo de su propio proceso. Los niños/ as adolescentes deben de ser capaces de responsabilizarse de su propio proceso de crecimiento. Por ello tenemos que ir graduando nuestra actuación más directiva al principio para ir poco a poco aumentando su propia autonomía.
  • Trabajo en equipo: Entendemos que la persona se conoce y aprende no solamente con el trabajo individual, sino que también está enriquecida con sus vivencias, experiencias, aprendizajes en relación con otros. Tomar al otro como referencia de aprendizaje, enfrentar los diferentes puntos de vista de los miembros del grupo. El trabajo compartido es una forma de organización que tiene la ventaja de potenciar aspectos afectivos, actitudinales y motivacionales muy positivos para el aprendizaje y la vida social. Los iguales se convierten en principales fuentes de aprendizaje de valores esenciales para la vida: la escucha, el diálogo, el compartir, la solidaridad, la empatía. "Nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo".
  • Interdisciplinariedad: Para poder abarcar todos los aspectos de la persona y trabajar con un enfoque bio-psico-social, necesitamos de la colaboración y coordinación de los distintos agentes que actúan en nuestra intervención y de las distintas disciplinas profesionales; la complejidad de la realidad nos muestra la incapacidad de que cada disciplina pueda abordar con sus propios recursos de manera integral todas las necesidades del niño/ a adolescente y sus familias. Profesionales de distintas disciplinas, con objetivos comunes y con planificación conjunta.
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